3/10/09

Boris Rose y Harvey Pekar

Estoy escuchando el nuevo disco de J. Tillman, que me ha hecho pensar en este blog, supongo que porque escribí una vez mientras le escuchaba compulsivamente. Estos meses he leído (y comprado) cómics también de un modo compulsivo, a veces sin dejar espacio para reposarlos... Supongo que algo ha tenido que ver todo el rollo que se han traído en Marvel con la Invasión Secreta de los Skrull y el posterior Dark Reign. Me explico; por un lado, los superhéroes me tenían muy enganchado con tramas tan absurdas como aquellas de Secret Wars I & II –los he vuelto a revisar y sobre todo la segunda parte era una mierda–, pero por el otro el consumo bestial de sus aventuras hacían que aumentase mi necesidad de equilibrarlas con otro tipo de cómics/novelas gráficas.


Buscando la miniserie de The Hood en el Forbidden Planet de Londres –"¿Y si Peter Parker hubiera decidido ser malo?", con esa frase el cabrón de Brian Michael Bendis despertó mi interés–, y cuando ya tenía un pastón en tebeos entre las manos, me di cuenta del sinsentido. ¿Para qué tanto? ¿Por qué siempre me dejo engañar por Marvel? ¿Por qué no se concentran en hacer series independientes buenas y se olvidan de cruzarlas?


Disciplinadamente fui dejando cada uno de los que había cogido estante por estante. Miré los saldos para tener algo que leer esa noche y encontré por un par de libras American Splendor - Our Movie Year, de Harvey Pekar. Básicamente son 176 páginas de la misma historia –cómo le afectó el rodaje y posterior estreno de la película sobre su serie de cómics– y sobrantes que no sabría dónde colocar. De estos últimos, la mayoría son historias de músicos de jazz y blues. Pekar es un crítico musical de esos que no existen en España: estudioso, concienzudo, descriptivo, contextualizador... Escribe principalmente de jazz, pero se nota por su colección de discos , que coprotagoniza otra historia del libro, que no minusvalora el rock ni el soul más comerciales.

Me gustan especialmente las páginas que dedica a Dion & The Belmonts, B.B. King, Clifton Chenier, Preston Fulp y, sobre todo, la que comparten los saxofonistas Joe Lovano y Albert Ayler, que él titula como 'Un estudio de contrastes'. Si yo hiciera una revista de música, metería este tipo de páginas siempre. Intenté hacer algo parecido en Rolling Stone, con las ilustraciones de Mario Riviére (Muletrain). Creo que quedó digno y la sección sigue haciéndose a pesar de mi salida, lo que me alegra mucho. Me faltó darle un poco más de peso a la obra y menos a la vida, pero es que siempre es más tentador e inmediato relacionarlo todo biográficamente.



Erica trajo antes del verano unos cuantos cómics que compró en una tienda de Lisboa que me gusta un montón. No conocía casi ninguno y eso siempre mola mucho más, le añade un aliciente: la posibilidad de descubrir nuevos autores a los que seguir. Syncopated: An Anthology of Nonfiction Picto-Essays es el rimbombante título de uno de estos libros. Como suele pasar con todas las antologías hay algunas historias que no te leerás en tu vida, otras que lo haces con esfuerzo y poca recompensa, y una que hace que por sí sola la compra merezca la pena. La historia se llama 'Boris Rose: Prisoner of Jazz' y cuenta la vida de un amante del jazz que se dedicó a grabar retransmisiones radiofónicas de conciertos de grandes del género desde los años 30 hasta prácticamente su muerte en el año 2000. Las volcaba en vinilos que almacenaba perfectamente etiquetados y ocasionalmente editaba ¡con los créditos escritos a mano uno a uno!

Algunos de los discos que editó artesanalmente Boris Rose

Está firmado a medias por el editor de la antología Brendan Burford y Jim Campbell, y tiene una viñeta en la última página que casi me hizo llorar. Una vez muerto Boris Rose, su hija no sabe qué hacer con la colección. La guarda en uno de esos guardamuebles y le pone un candado. La imagen de esas cajas solitarias en un espacio con una puerta de garaje bajada es devastadora, especialmente después de conocer todo el cariño y dedicación de Rose a algo que ahora permanece escondido.

Ha saltado el último disco de Levon Helm, Dirt Farmer, que suena tan natural y vivo como si estuviera tocando en la habitación… o mejor, como si tú estuvieras en una de esas sesiones que hace en su granja. Mañana sigo, sólo quería retomar el blog y quitarme 'un peso' de encima.